Hace dos años para mi cumpleaños, mi madre y mi hermana me hicieron el mejor regalo que hasta la fecha he recibido; me inscribieron en una clase de pintura y me pagaron el primer mes de clases. Siempre he sido "habilidosa" con las manos (aclaro que en el más puro y tierno sentido) y a través de los años he tenido innumerables pasatiempos como pintar cerámica, realizar esculturas miniaturas en gises, pirograbar en madera, en fin. Pero pintar siempre ha sido lo que mas me gusta.... y de lo único en que nunca había tomado clases. Aunque la maestra imparte clases toda la semana, yo me inscribí los sábados ya que era el horario que mejor se adaptaba a mi agenda. Y así, el primer día, me presenté emocionada en la escuela y, cual no seria mi sorpresa al darme cuenta de que todos mis compañeros eran ¡NIÑOS! (el más grande de 14 años, la más pequeña de 5). No tengo nada en contra de los niños, pero confieso que no estoy acostumbrada a convivir con 14 en un espacio cerrado.... Así que...
